KAMIKAZE MARTA CAPARRÓS «Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio». Sinceramente tuyo . Joan Manuel Serrat Pues ya he llegado a Madrid y llevo un buen rato esperando a que mi papá venga a recogerme al aeropuerto. La verdad no es algo que me pille de nuevas, cada vez que vengo a verlo siempre es el mismo rollo. Las azafatas que me acompañan en los vuelos acaban llamándole al móvil un montón de veces. A mi mamá ya ni le digo nada. Ellos no están juntos desde que yo era muy pequeña, y no se llevan nada bien. Siempre se gritan por teléfono. Y una vez que se lo conté, se lio una bien gorda. Mi mamá lo llamó a gritos, que se iba a enterar, que lo iba a denunciar, por algo así como abandono de algo, hmmm, no me acuerdo bien, a ver… Sí, abandono de menor, por no pasar la manutención cuando debía. Y vaya que lo denunció o lo demandó o algo así, porque un juez lo castigó mucho tiempo sin verme. P
Entradas
Mostrando entradas de enero, 2023
- Obtener enlace
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
DE LOS PIMIENTOS A INTERNET MARTA CAPARRÓS «La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer » . Bertol Brecht Me apetecía con locura una cervecita aquel día de verano; el sol se había vuelto loco, es más, loquísimo, como aquel verano de 2018, que, según todos los meteorólogos de este sacro-santo país, había sido el más caluroso de los últimos cincuenta años. Y lo iba a ser sin parangón. ¡Ja! Si es que no se puede abrir nunca la boca para hacer semejante aseveración. Bien sabía yo que la cerveza me iba a hacer sudar más, pero, aprovecharía para echar la primitiva y comprar también un décimo de lotería, me hacía rica, como todas las semanas. Y con esta alegría semanal, el aire acondicionado del café-bar y una pequeña charla de todo y nada con la dueña se me iría calmando aquel calor impenitente que se entremezclaba con los sofocos menopáusicos que me ahogaban, hasta el punto de, prácticamente, im
- Obtener enlace
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
LA QUEMA DE LOS FANTOCHES MARTA CAPARRÓS Aquello debía terminar, y ya. No podían continuar su ser y estar a modo de esclavitud. Y, ante todo, querían existir. Ser respetados como el bien más preciado de cada cosa o de cada ser vivo: su propia esencia. Si había que amotinarse, lo harían. Así fuera a piedras y palos. Así fuera lejos del ejercicio de toda razón, de toda lógica. Así fuera al utilizar los medios para llegar al fin, muy maquiavélico, sí, pero no por ello menos idóneos y sensatos en la batalla de la igualdad. Y qué más da a lo que suene en oídos huecos. ¿Fascista? Ellos sabían que no. Ellos sabían quién era el tirano. Él y sólo él. El maldito escritor. Por fin, unos habíamos bebido del valor de los otros y así habíamos caído en la revolución comunista que nuestra esencia de cosas nos concedía. Bolígrafos de distintos colores, rotuladores fosforescentes de distintos tonos, lápices, gomas de bo