No hay nada como el invierno (Marta Caparrós T)

¡Jo, qué frío! No me atrevo a salir …. Pero en un arranque de valentía, cierro el grifo, abro la mampara, saco mi brazo, y con mi mano derecha agarro la toalla. Comienzo a secarme con fuerza para activar la circulación de la sangre. Además, con alegría inesperada, recuerdo que hoy voy a estrenar mi jersey. Uno de cisne, negro, por supuesto. Me encanta, le va al invierno como el anillo al dedo.
Con rapidez me pongo toda la ropa hasta llegar, por fin, a mi jersey nuevo ¿Pero qué coñ… es esto?  ¡Aarrgggh!  ¡Mi espalda! ¡Tengo que quitarme el jersey ipso facto! ¡No he arrancado la etiqueta! Rápidamente saco las tijeras del cajón donde las guardo y la corto...¡Uauuu! ¡Esto ya es otra cosa!

¡Ya voy tarde!  Esta mañana voy a llevar a mi hermana al aeropuerto: viaje de trabajo a la delegación madrileña de su empresa. Mi hermana no tiene carné de conducir. Así que tengo que salir volando de casa, dejar a mi hijo pequeño con mi madre, recoger a mi hermana en su casa, dejarla en el aeropuerto y luego volver al mismo edificio en Barcelona donde trabajamos las dos. Una en una empresa, la otra en otra. Coincidendicas de la vida, ¿no?
Por seguir describiendo la situación, mi hermana representa a ese porcentaje de fóbicos en grado sumo a volar, se enferma y ¡lo prometo! cada vez que ha de tomar un vuelo, nos llama por teléfono para despedirse, por si acaso. Llega a un nivel de auténtico terror de escala Defcon 1. Así que no, no es que note mariposas en el estómago, precisamente. Yo creo que nota murciélagos. Mientras vamos en el coche, aprovecho y le voy haciendo terapia para que al menos logre subir las escalerillas del avión.
¡Voy tarde! ¡Verás mi hermana! ¡Estará ya atacada de los nervios! Acabo de dejar a mi hijo! ¡Espero que no le haya dado un soponcio! Voy a poner en el mp3 a Carlos Núñez, a ver si, entre gaita y gaita, se va calmando. Porque si no, me va a poner nerviosa a mí, y la voy a tirar a la autopista…. Es que no os podéis imaginar…. ¡Uy, ya la veo! Voy a encenderme un cigarritoooo! Y a ver si llego al estado de Nirvana…..
̶          Hola Lola, Bon dia, Com anem? – pregunto, para tomar el pulso a la situación.
̶          Com anem? ¿Qué pensabas, llegar cuándo ya hubiera salido el avión? Ya te vale. Sabes lo mal que lo paso, y encima me haces esperar, y hacerme pasar nervios por si llego tarde.
Yo mudita, porque como contesteee…
̶          Bueeeno, no pasa nada. No lo vas a perder. Además vas en puente aéreo, no en vuelo cerrado, y la reunión es a las 11,30h, que vas con tiempo de sobra. Mira, estreno jersey,¿qué, te gusta?
̶          Pues un jersey negro de cuello de cisne con un chaleco de punto blanco encima, el típico jersey que siempre te compras.
Ahí ya me estoy mordiendo la lengua.
̶          ¿Qué, ya tenéis todos los documentos traducidos, para presentarlos, o seguís estancados con la empresa de traducción? - le pregunto por cambiar el tema y por el bien de mi salud mental.
̶          ¡Por supuesto, todo lo que tú haces está bien!  En mi próxima vida quiero ser tú.
 ¡Por todos los dioses habidos y por haber!, que se me hincha la vena de la sien.
̶          Lola, corazón, eres mi hermana y te quiero muchísimo, pero cuando estás así, es difícil aguantarte. ¿De qué tienes miedo, de llegar tarde, de subir en el avión, de que yo haga mi trabajo; o simplemente es que te has dado un golpe en la cabeza esta mañana?
Ni contesta, se me queda mirando como un búho y me dice:
̶          Y encima fumando, voy a apestar a tabaco en la reunión
¡Ayyyy, la madre que la parió! (que también es la mía). Toda mi vida adulta fumando, y lo que me tengo que oír a mi edad, que son ocho más que los suyos. Ya no aguanto. Llevo mi mano con una colilla al cenicero mismo, cojo mi paquete de Ducados, negro para más señas, y con mis deditos saco un cigarrillo y lo enciendo:
̶          Perdona, ¿qué decías? Es que yo en mi coche acostumbro a hacer lo que me da la gana (y lo sabes), y más si me están abroncando (y lo sabes, porque vamos juntas a trabajar todos los días). Además, ¿sabes lo malo del tabaco? Que mata poco a poco, aunque yo no tengo prisa y ¿sabes lo bueno de los aviones? Que matan rápido, antes de que caigan al suelo, te mata el ataque al corazón o la embolia. Uyyyy, perdona, ¡Qué desconsideración la mía! Por un momento se me olvidó que te asusta volar. Y ahora ¿qué tal si nos callamos las dos, escuchamos la musiquita, y cuando lleguemos te dejo en el aeropuerto?
Me sentí como un auténtico monstruo, pero si la hubiera dejado seguir, la cosa se hubiera enredado cada vez más. Y nos la pegamos en la autopista, fijo. Y entonces, donde llegamos demasiado pronto es al tanatorio.
Aeropuerto: 7,35h de la mañana. Avión: Se fue, se fueeee. Mi hermana:
̶          ¡¡¡¡Es que te lo dije, te lo dije!!!! ¡¡¿Y ahora qué, ehhh?!! – Llorando y gritando. Mirándome como si quisiera matarme.
̶          A ver, ¡no entres en pánico! ¡Que vas en puente aéreo! La reunión no comienza hasta las 11,30h, Vamos hasta el mostrador. Puedes coger el siguiente o el siguiente.
̶          ¡Pero si no hubiera sido porque has llegado tarde, podría haber cogido el vuelo que quería!
̶          Mira, yo no puedo levantar a tu sobrino tan temprano. ¿Qué quieres, que levante al pobre crío a las cinco de la mañana, para llevarlo a casa de la mama?
̶          ¡No hace falta tanto, no hace falta tanto!
¡Menudo espectáculo estamos dando!
Intento respirar hondo y pasar de todo, pero sus gritos, súplicas y moqueos me lo impiden.
Cierro mis ojos, lo veo todo rojo. No puedo más. Suficiente. Levanto mi mano, convertida en un puño que estampo directamente en la nariz de mi hermana, con todas mis fuerzas. Mi hermana cae hacia atrás, golpeándose la cabeza contra el suelo. ¡Ay, Dios! ¿Pero qué he hecho? Yo nunca he tenido intención……. ¡Por Dios, que es mi hermana! ¡Que yo la quiero! Lo malo no es que le sangre la nariz, lo peor es ese blanco tan, tan pálido que transfigura su rostro. Quiero gritar, no me sale la voz «¡Que alguien ayude a mi hermana, por favor!». La gente se arremolina. Me mira con curiosidad.
Respiro profundamente y vuelvo de la parte de mi cerebro donde acabo de meterle un puñetazo en los morros a mi hermana. Abro los ojos. La veo y la oigo, ¡vaya que la oigo! ¡Hasta las narices, me tiene ya! No hay quien la convenza de que coja otro puente aéreo.
Con unas ganas locas de dejarla tirada en el aeropuerto, llamo a mi jefe, le describo la situación y le digo que, o bien me piro a Madrid o cometo un fratricidio. Me pido la mañana libre. Ea, una manera tonta de fastidiarme medio día a lo tonto.
Agarro del brazo a mi hermana con cara de asesina en serie. La meto a trompicones dentro del coche abrochándole el cinturón de seguridad. Sólo abro la boca para decirle:
̶          Nos vamos a Madrid. Estate quieta y callada o te meto con fuerza en los morros.
Pongo dirección hacia la Autovía de Zaragoza y de ahí me desvío a Madrid. Ni qué decir tiene que, con la mala leche que llevo encima, mi hermana ya no se atreve a abrir la boca. Los dioses de las autovías, autopistas y entrada a Madrid parece que se han puesto de mi lado, y hemos llegado a las 11,20 a nuestro destino. Uno de los radares de Madrid city me ha fotografiado (la guinda del pastel), así que abro mi boca para decirle a mi hermana:
̶          Esta, va a tu salud y a tu cuenta. Porque eres, eres……., mira ahora no se me ocurre un adjetivo que no vaya a herir susceptibilidades y sentimientos, pero ya se me ocurrirá, ya……

Comentarios

Entradas populares de este blog