¿LA CUADRATURA DEL CIRCULO?                                                  MARTA CAPARRÓS

 

—Otro día más en mi vida. Otro día más en la prístina, especial, inigualable vida de Amelia Rodríguez del Valle. Otro día de mierda. —Me iba regañando a mí misma buscando en aquel basurero en que se había convertido mi habitación. Bueno, al menos, dentro de mi desorden, sabía dónde estaban los apuntes de mañana y mi portátil, lleno de ejemplos, porque si no, ninguno de los alumnos universitarios que atendían a mis clases de primero y segundo curso, se iban a enterar de lo que iba a explicar. ¡Mira, que se jodan! Para qué escogían musicología de carrera. Se creían que era la más sencilla, y cuándo se encontraban matemáticas en la asignatura, había que verles las caras de Familia Telerín que se les quedaba. Sólo faltaba sentarme a comer palomitas y ya lo tenía todo para ver una peli de Tom y Jerry. Ese sí que era todo un leit motiv para atender a mis clases. Aun así, podía notar cómo mi existencia se tornaba blanca, pues representa el blanco de la luna, y por tanto vida, pero también negro, otra estadía de la vida que sería el fin, la muerte. ¿Qué sería yo, la cuadratura del círculo perfecto? ¿Alfa-Omega?

Este alumnado era tan científicamente gilipollas que no sabían que lo eran: que a las 2 am, eran las dos de la mañana (no after meridiem sino ante meridiem) y 2 pm means post meridiem, también que century 12 aD no es miro al compañero a ver si si no Anno Domini y así se sigue hasta que una se abra las venas o empiece a creer en los alienígenas. O peor aún, hasta que una acaba viendo que no es más que otra marioneta genuflexa al poder de cuatro dinosaurios garantes, perennes al mando del espectro curricular del Departamento de Musicología realizando saltos de gatopardismo para cambiar sin que nada cambie. Para que permanezca inalterable. Sí, una marioneta genuflexa es lo que soy.

Y, para acabar de bordar el tapiz medieval, sin un amor apasionado que ponga mi cuerpo a mil. Joder, igual si lo tuviera, conseguiría quedarme quieta cual ánfora medio rota en un campo de piedras.

— Mira maja, no te quejes tanto. Qué a veces eres más tonta que abrazar un cactus. ¡Buuuuaaaaa! ¡Qué mierda de vida que llevo! Pues no puedes culpar a nadie esta vez. Sólo a ti. Así que deja la autocompasión para otro momento, y limpia y arregla este piso, que como te hagan una visita sin cita previa desde el departamento de vivienda universitaria, te lo van a quitar. Parece que padezcas el trastorno de Diógenes, o seas una marrana con alergia a la limpieza. Que la señorita Amelia va a acabar mal y se va a volver adicta a beber don Simón por la calle hasta ser un pozo —dónde la pasión ya no existe—. Pero, lo que te tiene enfadada con el mundo, es que Patricio te dijo que no. ¡Vale! Jode. Pero tampoco valía para tanto. Para esnifar unas rayitas, ponerse de maría hasta el culo y para rematar para tener sexo habías de hacer tú todo el trabajo. Porque la mierdecilla marca registrada (y sabes a qué mierdecilla me estoy refiriendo) que tenía (y tiene) no se le levantaba ni con la Julia Styles desnuda delante de esas narices blancas. En mi vida he visto una tía con una sombra tan negra como tú. Pues nada, mujer, tú sigue jugando al juego que crees que es una obligación, si eres capaz de encontrarlas. Sigue bordando esas sábanas, esas ataduras impuestas a las mujeres, a ver si, mientras tanto, llega un Pepe el Romano, para que salgas de esa crisálida con olor de naftalina en la que sólo dejas entrar el color verde, porque lo rosa y lo azul ayuda a la vida pero lo verde es la negación absoluta a esa vida tras la que te escondes.

—Oye cretina creativa, voy a empezar a crear armonía musical con la mano de hostias que te voy a arrear. Además, ¿Qué otra sombra vas a conocer tú? Si sólo eres mi sombra. ¡A ver quién llora ahora!

Pero esto ¿qué es? Hasta mi sombra me chulea. Esto va a ser porque me ve la cara de amargada que tengo. ¡Pues se acabó ser la cara candao! A partir de ahora voy a ser más mala que el Dark Vader. Y mañana examen de música de armonía musical matemática y otro de música de armonía cromática a mis «niños». ¡Qué sufran! ¿Qué es porque yo también estoy lista para sufrir, por mi desamor, más las burradas que van a poner? Por supuesto, y, a parte de todas esas razones, lo hago también porque puedo.

De entre aquel manojo de ropa sucia, la lavadora me miró entre la extrañeza y la desilusión. Pasé de largo, con mis carpetas con los exámenes corregidos, Los trabajos del primer trimestre, y mi portátil donde guardo los resultados de los exámenes y los exámenes en sí. Este será un examen de cinco puntos la respuesta o sea que se lo trabajen.

1.-¿Cuándo podremos decir que estamos en la influencia de la armonía numérica musical? (Les pondremos esta facilita, para que se confíen). Pero aun cuando sencillita, no la van a adivinar, porque aún están digiriendo esta asignatura en la carrera de Musicología. Y se ha de ser ligeramente lerdo, pues la música resulta de la armonía numérica que repercute en colores. Cuando hay dos o más notas que suenan a la vez. Obvio, sutil, cadencioso y correcto.

2- Fundamentos de la armonía cromática: Explicar por qué. Estos fundamentos se basan en la obtención media entre proporción y correspondencia óptimas entre los colores (o sea una media entre proporción y correspondencia) para que la música se desdoble en más de un plano, tachán, tachán: he aquí naturalmente las postimágenes.

—¿Y seguirás con el rollito? Porque esto no hay quien lo aguante. Menuda tortura—. Sombra con la puerta del lavabo cerrada se iba de baretas.

—Tía, qué con mis rezos y evangelios apócrifos, lo he arreglado y fregado todo, y tú ahí, de baretas, pues el que ensucie que lo limpie. Que aquí la sombra eres tú, y encima te voy a tener que hacer de chacha. Anda y vete a por gamusinos. Y no vuelvas hasta que no traigas un cubo lleno. ¡Qué me hastías!,— Los nervios me estaban sugiriendo unas Rosas en el mar. Alguien no iba a acabar bien allí. De todas, todas.

Sombra vino a acoplarse en mi cuerpo, entonces pude liberar sin tapujos mi dolor. Todo el dolor que yo llevaba encima. Mis glándulas lagrimales se negaban a verter ese producto que sólo consigue alterarte el sistema nervioso a modo de espasmos y quedarte afásica durante un buen rato. ¡Jodido seas Patricio! Sólo a alguien tan estúpida como yo le da por vivir con un tío que lleva el nombre del amigo íntimo de Bob Esponja, y que es una estrella de mar. Joder, si eso no eran indicios de que todo iba a ir mal…

Y en esta vida simple del no-color, negra en la que los dos vivíamos, se nos rompe el condón, por supuesto. La cuestión no era que no quisiera tener hijos. El tema estaba en que, para variar había puesto mi lóbulo frontal a funcionar. Y lo que no quería era tener hijos con aquel gandul. Un estafermo lobotomizado y pichacorta. Ya, que el tamaño no importa, pero si toda la ayuda la tengo que hacer yo, hasta luego maricarmen. Hace muy poco que escogí, gracias a mi libre albedrío, abortar, y no sé ni cómo ni de qué manera mi madre se enteró, bueno imagino por la voz de quién, el pichacorta no quería que me hiciera un aborto. Bueno ¡para qué queremos más! Entiendo cómo sus creencias chocan de frente con las mías, para ella es la policromía rosa y azul que cómo resultado sólo puede dar otra de un color, de otro o bien de ambos.. No contemplaba otras posibilidades. Mi madre siempre ha sabido de mi ateísmo —como si el ser ateo inevitablemente te llevara a no querer tener hijos. ¿Qué tendrá que ver la gimnasia con la magnesia?— Bueno en el monólogo, ¿qué digo?, soliloquio— de mi madre, hasta la Virgen María estuvo celosa por agravio comparativo. No obstante, entiendo que para ella va a ser difícil comer tal engrudo. Si es que ¡he tenido siempre un ojo para los hombres!… Siempre uno más gandul que el anterior. Cuando me ven con un tío, el vecindario hace porras para ver cuánto me va a durar el tío con el que estoy. ¡Si serán cabrones!

A veces pienso que mi vida es una desgracia cromática y numeral. Debe ser por mi trabajo. Ver la policromía de la música y la infinitud numeral de esta misma es la asignatura que yo imparto, algún rastro me ha de quedar en la psique, ¿no? Esas ganas de tenerlo todo en el caos pero teniendo mi muy especial cornucopia siendo mi regalo, aquello que busco. Pero si es numeral sólo me puede pasar en la infinitud numeral de la psique

Buscar, lo que ya tenemos sería cuando menos una pedantería, cuando más un problema de memoria. El Número Maestro del Amor dentro de la Numerología —práctica que no se ejerce en mi asignatura— es el número 11:11 escrito que significa que tienes una puerta abierta hacia ti que puedes ascender a una conciencia superior. Amor y sanación. Eso es el significado del 11:11 en Numerología, a nivel espiritual

Muy distinto de lo que abordo a nivel universitario. Pero, vaya. Sin querer empachar, creo que mi vida tiene un trocito de todos menos del 11:11. Pero no me voy a conformar con menos.

—Oye preciosa ¿y si nos arreglamos y salimos por ahí, sólo a divertirnos, que tú no estás pa ninguna nochebuena, todavía? — ¿estará sombra de coña, o habrá bebido absenta?

— Mira sombra que…—

 —Ya lo sé, qué todavía no te puedes despatarrar.

—Mira que a veces eres animal, asustas a mi inteligencia—. Ya me empezaba a reír que no a sonreír. —Mala pécora eres.

—No. Lo que vamos a pintar todo el piso a blanco. Estoy harta de vivir sabiendo de la simbología de los colores. Este amarillo, que nada más entrar anuncia presagios de trágica muerte. Ese color rosa pálido de la habitación, también blanco, el blanco simboliza la vida y la esperanza de nuevas vidas, reconvendrá al azul pálido de la otra habitación por ser el color que representa el destino trágico la fatalidad. Y el rojo del distribuidor, significa la madeja de la muerte. El verde es el contrapunto de todos los demás colores. Es la tristeza que rompe en pedazos cualquier sueño.

Poema original de Federico García Lorca:
Romance sonámbulo

Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.
[…]

 

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